jueves, 23 de septiembre de 2010

MI MALETA.

La azafata anunció que íbamos a tomar tierra, había esperado tanto tiempo este viaje. Casi no podía creerlo, llevaba meses soñando con las pantallas del aeropuerto y la cinta transportadorade equipajes. Mi destino: una pequeña isla del Mar Mediterráneo, mi objetivo: llevar a cabo un sueño, escribir un libro. Pero un libro de verdad.
La llegada no puede ser más emocionante, parada frente a la cinta de equipajes esperando a que salga mi maleta, siempre he temido este momeno, ¿y si no sale? Pasa una llamativa maleta roja, de esas rígidas, otra azul, un bonito juego de bolsos de viaje con cuadros tipo burberrys, todos son bonitos..., todo el mundo se agolpa para recoger sus maletas. Yo tengo una de las mejores posiciones, estoy en la primera fila. La boca de la cinta transportadora no deja de vomitar equipajes.Una señora me golpea un tobillo al recoger su “trolley”, es ese tipo de personas con un desparpajo que les convierte en un verdadero obstáculo, entorpeciendo a los demás. Segunda vuelta de la maleta roja, ¿qué ocurre? ¿Acaso su dueño no venía en el vuelo?., ¡segunda vuelta! Eso significa que ya han salido todas ¿y la mía?! Rápido tengo que valorar mi equipaje para poner la denuncia. Mi precioso vestido beige con estampado de amapolas rojas, ¡no volveré a encontrar un escote como ése! Y mis shorts tipo safari, mi maravilloso secador con mil ochocientos watios de potencia, ¡ah! Y mi toalla de terciopelo fucsia, ¡les va a salir un ojo de la cara! Van a aprender a cuidar de las cosas de los demás. ¡Ah! Ahí está mi querida maleta.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

SUEÑO.

Imagínate que sueñas que estás en una cama, el roce de las sábanas en tu cuerpo y otro cuerpo cerca del tuyo, quien tú quieras que sea. Siente como las yemas de unos dedos se deslizan por tu pecho, juegan con tus pezones y recorren con mucha suavidad tu abdomen, te produce un cosquilleo y te acarician los costados. Siente como esos dedos hacen un círculo alrededor de tu ombligo, te revuelves entre las sábanas y te vuelves egoísta, quieres más. Siente como la humedad de una boca se posa entre tus muslos. Imagínate que sueñas y de repente tienes que despertar...

martes, 21 de septiembre de 2010

Por fín es viernes

Clara acababa de llegar a la oficina cuando el tno. empezó a sonar. Le alteraba los nervios el que la gente no le diera ni un minuto para soltar el bolso y dejar la chaqueta tirada en una de las sillas. Era Leo, su amiga del alma, quería saber que tal le había ido el fín de semana. A Clara ya casi se le había olvidado, su tiempo pasaba tan deprisa que pocas veces miraba atrás, le costó hacer memoria a pesar de que había sido un buen fin de semana.

Ella y unos amigos se habían trasladado a una ciudad cercana, estuvieron cenando en un rte. italiano y luego fueron de copas, tuvieron buenas charlas, bailaron, bebieron y alguno que otro incluso no durmió solo, ella tuvo esa suerte. Pero cuando Leo le pidió detalles, se dio cuenta de que no se acordaba muy bien del nombre del chico, ¡qué más daba! Lo importante es que se lo supo hacer genial, pero sin más, no le causó ninguna otra mella.
Su obsesión era Ibon, un director adjunto de la oficina Central. Cuando sonaba el tno. y oía su voz se transformaba, se daba cuenta de cómo su ego crecía en su interior y cuando la conversación trascendía un solo milímetro a un campo no profesional entre bromas, notaba como se humedecía, a veces sin querer, mientras lo escuchaba se acariciaba el canalillo. Le atraía de un modo casi animal, cientos de veces se quedaba con la mirada fija en la pantalla del ordenador imaginado como entraba por la puerta del despacho, giraba la llave y se dirigía al escritorio. La levantaba en brazos y la sentaba sobre la mesa, empezaba a besarla en la boca y le lamía, el cuello, las orejas, se le erizaba el vello de los brazos y se le endurecían los pezones como si sucediera en realidad. Le gustaba imaginar la lengua de él dentro de su boca, esa caricia aterciopelada que le recorría el cuerpo, imaginar como le humedecía con ella cualquier parte de su cuerpo y como sería el tacto de su piel. Vibraba de placer pensando que se sentiría balanceándose sobre su sexo introduciéndolo hasta lo más hondo de su interior, después se despertaba bruscamente del sueño y volvía a la realidad de la patalla y se perdía entre los textos de los documentos con la sensación de bienestar que produce el sexo cuando es plenamente satisfactorio.


FIN.

La pobre Marta

Querido Diario, aún me pregunto después de haber pasado varias horas desde que mi amiga del alma Marta me desvelara su secreto, ¿cómo ha sido capaz de hacerle eso a su marido? Ella, la esposa perfecta, o mejor dicho la pluscuamperfecta, celosa de su marido y centinela de sus dos hijos. Recuerdo el día de su boda como de una función de teatro perfectamente ensayada se tratara. No dejó que ni un solo detalle se cruzara con el destino, personalmente pienso que su vestido de novia no debe haber visto la tintorería ni de lejos porque cuando terminó la celebración estaba tan inmaculado como cuando empezó.
Siempre admiré en ella esa extraña sensualidad y su manera de actuar. En ella se mezclan el exotismo de su tez morena y sus formas endiabladas con un resultado envidable. No me extraña que Jon, un hombre de naturaleza fría y calculadora perdiera los papeles y la cabeza por ella y acabara en el altar, y encima es el típico marido que mira embelesado a su mujer como si de una cuadro del “Prado” se tratara, y para colmo es un hombre atractivo al que ninguna mujer le haría ascos. Y que decirte querido “Diario” de sus dos maravillosos hijos, un niño y una niña, los dos preciosos, bien educados, respetuosos y cariñosos. Y aquí estoy yo, soltera a mis 35, y muríéndome de envidia. Y aún más cuando esta mañana mientras compartíamos un ratito con nuestra taza de café delante, no ha podido más y me ha confesado bajo secreto de sumario, es decir, que no se me escape ni una sola palabra o soy “mujer muerta”, que durante el fin de semana, en la tarde de compras del sábado, o eso creía su marido, le ha puesto los cuernos a Jon, éso si ha sido sin querer, pero no la 1ª vez. ¿Cómo se puede estar casada, tan ocupada y ser tan exitosa y ponerle los cuernos a tu marido sin querer?.
A mi éso no me pasa, bueno no me pasa ni la cuarta parte de todo lo que le pasa a ella, mi vida sentimental es tan aburrida, menos mal que la tengo a ella para aderezármela.
Ahora, que yo, la entiendo porque yo en su situación quizá hubiera hecho lo mismo. Querido Diario, ¿qué harías tú si llevarías una tarde de sábado completamente excitada y extenuada debido a 3 bolsas repletas de trapos bonitos que estás deseando estrenar y de repente te encuentras con un amigo de un amigo, que está incluso más bueno que tu amigo, en medio de una gran ciudad en la que te sientes tan chiquitita y vulnerable y te invita a un café?
Una gran pregunta, pues claro que por supuesto, no te lo tiras a la primera, pero es que la “pobre” Marta que llevaba horas encima de los tacones cuando se sentó en los sofás de aquella suntosa cafetería no podía dejar de acariciarse los tobillos. Mientras tanto, Alex, un hombre tremendamente atractivo, de ojos oscuros y mirada profunda, con pelo negro y una sonrisa arrebatadora, no le quitaba los ojos de encima. Después fueron juntos hasta el párking, ya que, él se ofreció a llevarla, pues ella, había hecho el viaje en autobús. El viaje que duraba unos tres cuartos de hora transcurrió entre conversaciones picantes e incitantes al adulterio, así que antes de llegar y después de una mirada cómplice entre los dos, Alex tomó un desvío y decidió enseñarle a Marta una pequeña casita de campo que tenía su hermano a la que solían ir a comer con los amigos algunos fines de semana.
Claro querido Diario, ponte en situación, Marta no se pudo resistir, imagínate, una casita encantadora, con una mesa para doce comensales, con bancos de madera, chimenea, cocina, un cuarto de baño, y un dormitorio como el de Blancanieves con una cama con colcha de cuadros rojos y verdes, una vez allí, no le quedó más remedio que tirar para adelante y hacer el esfuerzo de acostarse con ese tío macizo, que va al mismo gimnasio que yo, y que tiene una tableta de chocolate suizo y unos bíceps para desmayarse. Por supuesto, llegó a casa tardísimo porque como reincidió en el adulterio con el mismo tío, el mismo sitio y la misma tarde dos veces más, lo cual quiere decir que él se lo supo hacer de maravilla si no por supuesto ella se hubiera puesto las bragas enseguida. Pues imagínate ¿cuándo llegó a casa?, y aún así tuvo suerte porque Jon sólo le regañó un poquito por el viaje que le había metido a la tarjeta de crédito y Marta “ la pobre” Marta pensó, menos mal que me he pasado media tarde con Alex probando posturas varias y compartiendo un montón de momentos de placer. ¡Será frívola!, y yo aquí sin comerme un rosco y su marido toda la tarde cuidando de los niños y preparando la cena. . Y por supuesto mi querido Diario yo de ésto no pienso soltar ni palabra.


FIN.

Adriana

Cuando me preguntó como me llamaba, le dije Adriana, siempre me ha parecido un nombre sugerente. En aquella terraza de verano en un buen día de invierno, la gente tomaba un último trago antes de ir a cenar un viernes por la noche, aprovechando la buena temperatura y la ausencia de lluvia que desde hacía días no nos daba tregua.
A esa hora todo daba vueltas a mi alrededor, separada del grupo con el que había llegado y con los ojos de un "no desconocido" ya que le había visto varias veces por allí, clavados en los míos. Nunca se había dirigido a mí, me pareció extraño, pero que más daba, habría tenido un momento de lucidez, ¿no? al fin y al cabo quien no se iba fijar en una rubia de 1,65 con una 38, todo un estereotipo del erotismo. Sòlo pensé una cosa: bueno ya le diré que me llamo Esther mientras me fumo el cigarrillo de después de..., ¿qué puede pasar? que no quiera repetir, bueno no sería una novedad. Además, a lo mejor la que no quiere repetir soy yo, por que al final ,como todos, mucha planta, mucha miradita, y mucho sobeteo y después del último gritito se les olvida que estabas debajo...o encima, o bueno... quien sabe.
Pero bueno, tampoco quería juzgar antes de tiempo, y quien me decía a mí que iba a hacer una prueba de colchón con él, si todavía me estaba contando lo alucinante que era el no haber coincidido nunca conmigo en esta terraza. Si supiera que mientras me contaba todas estas mentirijillas, yo trataba de adivinar cuantos botones tendría su bragueta, lo mismo salía corriendo si es de los que le gusta llevar la iniciativa, así que me puse a contar las sillas metálicas apiladas junto a la máquina del tabaco.........