Mientras esperaba allí sentada pensaba en la última vez que estuvo con él. Fue todo una casualidad encontrarlo en aquella aburrida pero necesaria charla de marketing, menos mal que después de eso parte del grupo decidió amenizar la tarde yendo a tomar algo, ellos no tardaron en perderse de los demas. Intentó transmitirle las pocas ganas que tenía de analizar el contenido de la reunión y las muchas ganas que tenía de sentir su pelvis estrellarse contra su culo y sus manos sujetándola por la cintura. Sus pechos como locos sumidos en un vaivén desenfrenado al mismo ritmo que él le marcaba con sus embestidas.
Quizás él ya lo había adivinado pero por si acaso se lo dejó claro a través de un torpe movimiento con el que le rozó la bragueta "sin querer" con la cadera. Aquel lugar estaba lleno de gente que pedía "mojitos" sin parar. El ambiente crecía al igual que la excitación. Sólo era cuestión de aproximarse un poco más para saborearse el uno al otro, tocarse y sentir el contacto de la piel. La necesidad de saciarse y comenzar con aquel juego sexual no podía esperar mucho más. Así que después de terminar su trago recorrieron un par de calles y entre risas y bromas y casi sin saber como se encontraron arrancándose la ropa el uno al otro sobre la cama de una habitación de un céntrico hotelito. No tardaron en aprenderse los apetecibles rincones de su cuerpo dedicándose interminables caricias. A ella le gustaba atrapar su sexo con la boca y dibujar círculos con la lengua alrededor de la punta mientras él le acariciaba el pelo. Era una delicia sentirlo así, excitado, incontrolado, a punto de estallar...