martes, 21 de diciembre de 2010

CUENTO DE NAVIDAD



Era 23 de Diciembre. Fuera hacía frío, había empezado a nevar y la Navidad se respiraba por todas partes. Pablo después de trabajar había acudido al gimnasio, como era de esperar no había casi nadie. Bueno, había alguien, estaba Mayra, algo extraño, porque esta chica era una inconstante que casi nunca venía. Se fue a los cinco minutos, Pablo se quedó un cuarto de hora más y después se dirigió al vestuario, justo al pasar por la puerta del vestuario de mujeres salió ella, le dirigió una mirada y se aproximó a él, le puso la mano en el hombro y le dijo lo que se dice en estas ocasiones, el rollo ese de "Feliz Navidad, que te lo pases bien", y le estampó un par de besos en la cara. Pablo que era antinavideño pero muy educado se lo agradeció y se prestó al baile de besos pero algo salió mal. Justo cuando iba a pasar de una mejilla a la otra a Mayra se le resbaló la llave de la taquilla de la mano. Ambos hicieron el mismo acto reflejo a la vez y se agacharon a cogerla chocando una cabeza contra la otra. Mayra se llevó la mano a la frente y puso cara de dolor, él enseguida intentó aliviarla frotándole la frente enérgicamente con la palma de la mano. Mayra puso su mano sobre la de él y le obligó suavemente a bajar por su cara, su cuello, su pecho derecho, Pablo lo apretó y la besó en la boca. Mayra percibió el beso húmedo y se apretó contra la cadera de él. Seguido empezó un revuelo de manos que iban y venían, subían y bajaban y se perdían y encontraban en ambos cuerpos. La chica se agachó y él que iba en chándal no tardó ni medio segundo en ofrecerle lo que ella iba buscando. Mayra se llenó la boca completamente gracias a la generosidad de Pablo que se había apoyado contra la pared y le acariciaba el pelo, mientras ella no paraba de recorrerlo todo con su lengua, hasta que él ya no pudo más y acabó contrayendo todos los músculos que le pudieron responder en el cuerpo e inundó la boca de Mayra que se quedó alli delante de él hasta que su cuerpo se relajó.
Después se levantó y le dijo:-Parece que ya no me duele, pues eso Feliz Navidad. Nos vemos, ¿vale? Y no olvides escribir tu carta a Papa Noel, ya ves, los deseos hay veces que se hacen realidad.
Pablo sólo alcanzó a decirle: -Claro, Feliz Navidad. Todavía seguía apoyado contra la pared cubriéndose el sexo con las dos manos.
Fuera seguía nevando.



                                                 ¡FELIZ NAVIDAD!