jueves, 23 de septiembre de 2010

MI MALETA.

La azafata anunció que íbamos a tomar tierra, había esperado tanto tiempo este viaje. Casi no podía creerlo, llevaba meses soñando con las pantallas del aeropuerto y la cinta transportadorade equipajes. Mi destino: una pequeña isla del Mar Mediterráneo, mi objetivo: llevar a cabo un sueño, escribir un libro. Pero un libro de verdad.
La llegada no puede ser más emocionante, parada frente a la cinta de equipajes esperando a que salga mi maleta, siempre he temido este momeno, ¿y si no sale? Pasa una llamativa maleta roja, de esas rígidas, otra azul, un bonito juego de bolsos de viaje con cuadros tipo burberrys, todos son bonitos..., todo el mundo se agolpa para recoger sus maletas. Yo tengo una de las mejores posiciones, estoy en la primera fila. La boca de la cinta transportadora no deja de vomitar equipajes.Una señora me golpea un tobillo al recoger su “trolley”, es ese tipo de personas con un desparpajo que les convierte en un verdadero obstáculo, entorpeciendo a los demás. Segunda vuelta de la maleta roja, ¿qué ocurre? ¿Acaso su dueño no venía en el vuelo?., ¡segunda vuelta! Eso significa que ya han salido todas ¿y la mía?! Rápido tengo que valorar mi equipaje para poner la denuncia. Mi precioso vestido beige con estampado de amapolas rojas, ¡no volveré a encontrar un escote como ése! Y mis shorts tipo safari, mi maravilloso secador con mil ochocientos watios de potencia, ¡ah! Y mi toalla de terciopelo fucsia, ¡les va a salir un ojo de la cara! Van a aprender a cuidar de las cosas de los demás. ¡Ah! Ahí está mi querida maleta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

yo he perdido muchas veces la maleta, quizas por que voy mirando donde no debo
;)

Anónimo dijo...

me a gustado esta historia, nos suele pasar muy a menudo

eva

pedrojescritor dijo...

Es cierto, cuantas veces nos hemos cagado en todo porque no sale y luego aparece de repente. Jeje es que siempre nos tememos lo peor.