martes, 21 de septiembre de 2010

La pobre Marta

Querido Diario, aún me pregunto después de haber pasado varias horas desde que mi amiga del alma Marta me desvelara su secreto, ¿cómo ha sido capaz de hacerle eso a su marido? Ella, la esposa perfecta, o mejor dicho la pluscuamperfecta, celosa de su marido y centinela de sus dos hijos. Recuerdo el día de su boda como de una función de teatro perfectamente ensayada se tratara. No dejó que ni un solo detalle se cruzara con el destino, personalmente pienso que su vestido de novia no debe haber visto la tintorería ni de lejos porque cuando terminó la celebración estaba tan inmaculado como cuando empezó.
Siempre admiré en ella esa extraña sensualidad y su manera de actuar. En ella se mezclan el exotismo de su tez morena y sus formas endiabladas con un resultado envidable. No me extraña que Jon, un hombre de naturaleza fría y calculadora perdiera los papeles y la cabeza por ella y acabara en el altar, y encima es el típico marido que mira embelesado a su mujer como si de una cuadro del “Prado” se tratara, y para colmo es un hombre atractivo al que ninguna mujer le haría ascos. Y que decirte querido “Diario” de sus dos maravillosos hijos, un niño y una niña, los dos preciosos, bien educados, respetuosos y cariñosos. Y aquí estoy yo, soltera a mis 35, y muríéndome de envidia. Y aún más cuando esta mañana mientras compartíamos un ratito con nuestra taza de café delante, no ha podido más y me ha confesado bajo secreto de sumario, es decir, que no se me escape ni una sola palabra o soy “mujer muerta”, que durante el fin de semana, en la tarde de compras del sábado, o eso creía su marido, le ha puesto los cuernos a Jon, éso si ha sido sin querer, pero no la 1ª vez. ¿Cómo se puede estar casada, tan ocupada y ser tan exitosa y ponerle los cuernos a tu marido sin querer?.
A mi éso no me pasa, bueno no me pasa ni la cuarta parte de todo lo que le pasa a ella, mi vida sentimental es tan aburrida, menos mal que la tengo a ella para aderezármela.
Ahora, que yo, la entiendo porque yo en su situación quizá hubiera hecho lo mismo. Querido Diario, ¿qué harías tú si llevarías una tarde de sábado completamente excitada y extenuada debido a 3 bolsas repletas de trapos bonitos que estás deseando estrenar y de repente te encuentras con un amigo de un amigo, que está incluso más bueno que tu amigo, en medio de una gran ciudad en la que te sientes tan chiquitita y vulnerable y te invita a un café?
Una gran pregunta, pues claro que por supuesto, no te lo tiras a la primera, pero es que la “pobre” Marta que llevaba horas encima de los tacones cuando se sentó en los sofás de aquella suntosa cafetería no podía dejar de acariciarse los tobillos. Mientras tanto, Alex, un hombre tremendamente atractivo, de ojos oscuros y mirada profunda, con pelo negro y una sonrisa arrebatadora, no le quitaba los ojos de encima. Después fueron juntos hasta el párking, ya que, él se ofreció a llevarla, pues ella, había hecho el viaje en autobús. El viaje que duraba unos tres cuartos de hora transcurrió entre conversaciones picantes e incitantes al adulterio, así que antes de llegar y después de una mirada cómplice entre los dos, Alex tomó un desvío y decidió enseñarle a Marta una pequeña casita de campo que tenía su hermano a la que solían ir a comer con los amigos algunos fines de semana.
Claro querido Diario, ponte en situación, Marta no se pudo resistir, imagínate, una casita encantadora, con una mesa para doce comensales, con bancos de madera, chimenea, cocina, un cuarto de baño, y un dormitorio como el de Blancanieves con una cama con colcha de cuadros rojos y verdes, una vez allí, no le quedó más remedio que tirar para adelante y hacer el esfuerzo de acostarse con ese tío macizo, que va al mismo gimnasio que yo, y que tiene una tableta de chocolate suizo y unos bíceps para desmayarse. Por supuesto, llegó a casa tardísimo porque como reincidió en el adulterio con el mismo tío, el mismo sitio y la misma tarde dos veces más, lo cual quiere decir que él se lo supo hacer de maravilla si no por supuesto ella se hubiera puesto las bragas enseguida. Pues imagínate ¿cuándo llegó a casa?, y aún así tuvo suerte porque Jon sólo le regañó un poquito por el viaje que le había metido a la tarjeta de crédito y Marta “ la pobre” Marta pensó, menos mal que me he pasado media tarde con Alex probando posturas varias y compartiendo un montón de momentos de placer. ¡Será frívola!, y yo aquí sin comerme un rosco y su marido toda la tarde cuidando de los niños y preparando la cena. . Y por supuesto mi querido Diario yo de ésto no pienso soltar ni palabra.


FIN.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu texto,

enhorabuena,

Feli Silva