La tarde no había hecho más que comenzar, después de una sesión de limpieza haciendo incursiones por todos los rincones de la casa y una buena ducha, lo único que le apetecía era estar tumbada en el sofá, lástima haber gastado tanto tiempo en arreglarse el pelo para esparcir la melena ahora sobre los cojines de paño. Lentamente y entre anuncios de televisión se quedó dormida y así estaba cuando una dulce melodía le interrumpió el sueño. Era Raúl, un chico al que conocía desde hacía poco tiempo con el que había coincidido en un cursillo. Contestó con voz soñolienta y él se dió cuenta de que no había sido muy oportuno. Entre disculpas y con voz entrecortada le propuso salir y tomar algo, no se lo podía creer, ¿le estaba pidiendo una cita? Era lo último que esperaba esa tarde, pero sin saber cómo dijo un “Si”, claro y alto, podría haber buscado una excusa o incluso haber dicho “no” con la misma claridad. Pero por qué no darse la oportunidad de conocer a Raúl un poco más, al fin y al cabo no tenía nada mejor que hacer, casi tendría que darle las gracias de que la hubiera llamado. Así que se levantó del sofá y se puso frente al espejo, su pelo ahora tenía un aspecto desordenado pero le daba un toque sensual, así que se lo roció con laca y se maquilló suavemente. Fue caminando hasta el Pub donde habían quedado, no llovía y aunque hacía algo de frío el paseo le vino muy bien, además no quería llegar la primera. La entrada fue triunfal, no había muchas chicas dentro del local así que inevitablemente sin ir espectacular no pudo evitar que más de una mirada masculina se posara en su melena o en sus curvas bien definidas.
Raúl estaba sentado al final del local en la barra, sujetaba una taza de café entre sus dedos, le pareció mucho más atractivo que otras veces que le había visto, quizá sería porque iba predispuesta ó porque esta vez se trataba de prestarle más atención. Cuando llegó hasta él se levantó y le dió un par de besos en la cara a modo de saludo, ella le respondió con amabilidad, pudo apreciar lo bien que olía y lo grandes que eran sus manos cuando posó una de ellas sobre su cintura. Para saber si un hombre le gustaba, siempre se fijaba en sus ojos, sus labios, sus manos y si estas partes del cuerpo aprobaban el test iba directa a mirarle con una mirada distraída la entrepierna. Raúl aprobó el test con Notable alto, si quería subir la puntuación tendría que someterse a otro tipo de examen. Pasaron media hora en animada conversación así que por iniciativa de ambas partes decidieron ir a comer algo. Tomaron un menú ligero y un postre de chocolate, terminando con una larga sobremesa a base de café.

El lugar no era el adecuado, pero gracias a Venus, no había nadie a esa hora por allí, llevaban demasiada ropa, pero Raúl se las arregló perfectamente para deslizar sus manos entre el abrigo de Eva, le subió el jersey acariciándole el vientre, las tetas y de repente notó como una de sus manos avanzaba sin piedad por debajo de sus ajustados pantalones hasta alcanzar el vello púbico que revolvió con suavidad, para entonces Eva ya estaba completamente húmeda y con la mirada perdida y sin saber como, había hecho los mismos avances que Raúl y se encontraba con su pene entre los dedos agitándolo desenfrenadamente. Ambos evitaban mirarse a los ojos, tan sólo se esmeraban en alcanzar el placer tratando de obtenerlo en el otro, sólo se trataba de sentir. De repente Raúl ahogó un pequeño lamento en el oído de Eva y ella notó como él se derramaba entre sus dedos, pero eso no hizo que él parara, al contrario la estimuló tanto que no tardó en alcanzarlo sintiendo un bestial escalofrío que le recorrió todo el cuerpo de pies a cabeza, se acurrucaron el uno contra el otro a pesar de no sentir la baja temperatura de la noche.
FIN.