martes, 21 de septiembre de 2010

Adriana

Cuando me preguntó como me llamaba, le dije Adriana, siempre me ha parecido un nombre sugerente. En aquella terraza de verano en un buen día de invierno, la gente tomaba un último trago antes de ir a cenar un viernes por la noche, aprovechando la buena temperatura y la ausencia de lluvia que desde hacía días no nos daba tregua.
A esa hora todo daba vueltas a mi alrededor, separada del grupo con el que había llegado y con los ojos de un "no desconocido" ya que le había visto varias veces por allí, clavados en los míos. Nunca se había dirigido a mí, me pareció extraño, pero que más daba, habría tenido un momento de lucidez, ¿no? al fin y al cabo quien no se iba fijar en una rubia de 1,65 con una 38, todo un estereotipo del erotismo. Sòlo pensé una cosa: bueno ya le diré que me llamo Esther mientras me fumo el cigarrillo de después de..., ¿qué puede pasar? que no quiera repetir, bueno no sería una novedad. Además, a lo mejor la que no quiere repetir soy yo, por que al final ,como todos, mucha planta, mucha miradita, y mucho sobeteo y después del último gritito se les olvida que estabas debajo...o encima, o bueno... quien sabe.
Pero bueno, tampoco quería juzgar antes de tiempo, y quien me decía a mí que iba a hacer una prueba de colchón con él, si todavía me estaba contando lo alucinante que era el no haber coincidido nunca conmigo en esta terraza. Si supiera que mientras me contaba todas estas mentirijillas, yo trataba de adivinar cuantos botones tendría su bragueta, lo mismo salía corriendo si es de los que le gusta llevar la iniciativa, así que me puse a contar las sillas metálicas apiladas junto a la máquina del tabaco.........

No hay comentarios: